Para alcanzar los acuerdos sobre sostenibilidad del Horizonte 2020 es clave lograr la eficiencia energética de los edificios. No en vano, el consumo de energía de las edificaciones contribuye de forma muy relevante a la crisis climática, sumando hasta el 40% de las emisiones totales.
Por esta razón el ahorro energético está presente en las nuevas construcciones desde la fase misma de diseño y cómo mejorar la eficiencia energética es uno de los factores más relevantes en las rehabilitaciones.
El aislamiento es clave para lograr la eficiencia energética
Los problemas más comunes que convierten a los edificios en ineficientes son el mal aislamiento de cubiertas, fachadas y suelos, así como la baja calidad de las carpinterías. Tratando estos puntos clave en la pérdida de energía, se puede lograr hasta un 75% de ahorro energético. El aislamiento térmico supone, por tanto, una clara ventaja para el usuario final, que invertirá menos en la climatización, recuperando así la inversión en un plazo de entre 2 y 4 años. Pero, además, es una medida muy eficaz para la reducción de las emisiones que generan los sistemas de calefacción y refrigeración de los edificios.
Por tanto, el aislamiento mejora la vida cotidiana de las personas al facilitar interiores más confortables y aires más limpios, además de ser una herramienta fundamental para luchar contra la pobreza energética.
Un aislamiento eficaz de la envolvente es imprescindible para conseguir edificios eficientes, algo que supone un importantísimo ahorro y la revalorización de la edificación. Es por ello una acción muy rentable y muy sencilla para reducir el gasto energético y las emisiones. Permite cumplir además con el apartado de Ahorro de Energía del Código Técnico de Edificación (CTE DB-HE), en vigor desde 2014 y que exige la eficiencia a todos los edificios, no solo a los nuevos.
El aislamiento con poliuretano: eficacia, rentabilidad y sostenibilidad
Según un estudio de PU Europe, hasta los edificios de consumo casi nulo contribuyen durante la utilización del mismo más al calentamiento global que la construcción o los materiales aislantes utilizados. En este sentido, el poliuretano es especialmente sostenible, dada su durabilidad, que supera en muchos casos la vida útil de la propia edificación. Además, refuerza las estructuras y corrige problemas como grietas y fisuras. Por ello, reduce la necesidad de mantenimiento y rehabilitación, lo que supone un ahorro de costes, de materias primas y, por tanto, de emisiones.
Por su ligereza, el poliuretano reduce el peso en las cargas estructurales, el tamaño de las fijaciones y el grosor de los montantes. En esta línea, su fácil manejabilidad y poco peso facilita el transporte y la instalación, lo que supone menos costes y emisiones de CO2. Otra de sus grandes ventajas es que consigue las mayores cotas de aislamiento con el menor espesor. Esto convierte al poliuretano en una solución que se adecúa a todas las particularidades con una capa continua, que sella e impermeabiliza, y que no supone la reducción del espacio habitable interior.
Ya sea por proyección o por inyección, la instalación de sistemas de aislamiento de poliuretano es la solución más eficaz y económica para aislar térmicamente una edificación.